Rabu, 03 Juni 2009

EL ALMA DEL PAISAJE

| Rabu, 03 Juni 2009 | 0 komentar

FOTOGRAFÍAS DE ANTONIO CAMOYÁN

Antonio Camoyán es persona bien conocida en el campo de la fotografía de la naturaleza, tema al que viene dedicándose de manera ininterrumpida desde su juventud. Su extensa trayectoria le ha llevado a los lugares más diversos, para captar desde múltiples puntos de vista la riqueza y diversidad del medio natural. Sin embargo, tal vez sea el Parque Nacional de Doñana el lugar al que el fotógrafo ha mostrado mayor dedicación, no en balde trabajó allí como jefe de los servicios fotográficos de su Estación Biológica. Bástenos decir que suya es una foto mundialmente conocida: aquella que nos muestra un inmenso sol de fuego poniéndose tras una de las pajareras de Doñana, que queda en un hermoso contraluz al primer plano. Podría decirse que en esa imagen se sintetizan de manera bien armónica los dos primeros intereses del autor: la naturaleza en sí misma y el color.

Puede completarse un breve currículo de Antonio Camoyán indicando que he realizado numerosas exposiciones y catálogos, que acumula diversos premios o que ha sido jefe de fotografía de las revistas Periplo y Ronda Iberia, sin olvidarnos de que imbuido de una clara mentalidad que podría asemejarse a la de los hombres del Renacimiento, es también médico ginecólogo, siguiendo con ello una tradición familiar. De otro lado, Antonio Camoyán contribuyó también al afianzamiento de la autonomía andaluza, ocupando durante ocho años el cargo de Delegado Provincial de Sevilla de la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía.

Pero además, en todos estos años de larga trayectoria, Antonio Camoyán ha mantenido una especie de idilio secreto con uno de los más peculiares paisajes andaluces: el río Tinto y su entorno natural. De esta forma, las actividades mineras en la cuenca del Tinto, los diversos paisajes de sus riberas o las huellas (muchas veces negativas) de la presencia humana en la zona han quedado recogidos por el objetivo del fotógrafo, en una amplísima colección que supera ya las 40.000 imágenes. Nada que estuviera presente en los alrededores del Tinto ha pasado desapercibido a su atenta mirada.

En relación con esta especial vocación del autor, en esta ocasión hemos seleccionado una serie de fotografías de carácter bien peculiar. Tal vez, para entender su génesis haya que remontarse a otra de las pasiones de Antonio Camoyán: la pintura. Dentro de ella, el artista se ha sentido especialmente atraído por los pintores norteamericanos que desde finales de la Segunda Guerra Mundial desarrollaron esa variada corriente estética a la cual llamamos expresionismo abstracto y, sobre todo, por la obra de Mark Rothko y sus experiencias con los campos de color. En efecto, dentro de su denominado periodo clásico, Rothko desarrolló un tipo de pintura alejado de toda referencia figurativa, a base de grandes franjas de color dispuestas en el cuadro de manera horizontal. Para tales obras, el artista norteamericano proponía al espectador una observación atenta que le permitiese superar los propios márgenes de la superficie pictórica y devenir en una experiencia introspectiva, en la que fuese él mismo quien construyese la significación última de la obra. De este modo, sus cuadros, que trataban de “expresar las emociones humanas más elementales. La tragedia, el éxtasis, la fatalidad del destino...”, resultan ser además una apropiada vía para que quien los observe indague en sus propias emociones. Podría decirse, en definitiva, que esos cuadros de Rothko constituyen verdaderos paisajes del alma. Unos paisajes que serán bien distintos dependiendo de quién sea el que se sitúa ante ellos. La pintura deviene entonces en pura subjetividad, otorgando al espectador un papel absolutamente prioritario.



A simple vista, las fotografías de Antonio Camoyán aquí seleccionadas guardan numerosas concomitancias formales con las obras de Mark Rothko. En nuestro caso, el fotógrafo ha detenido su mirada sobre suelos, paredes y perfiles de los alrededores del río Tinto y los ha captado en toda su rotundidad, sin añadir ni quitar color alguno, dando la voz a la propia tierra que nos muestra una inaudita riqueza cromática, un extenso abanico de verdaderos campos de color en los que además es bien perceptible la diversidad de texturas. Un tipo de paisajes del río Tinto que la cámara observa en primer plano y que no hubieran dejado de impresionar al propio Mark Rothko.

Más arriba hemos afirmado que la intención de Rothko era la de ofrecer peculiares paisajes del alma. En el caso de Antonio Camoyán bien podríamos invertir el sentido de la frase para concluir que sus emocionadas y emocionantes fotografías nos muestran el alma del paisaje. De un paisaje esencial en el que la naturaleza y la acción antrópica han venido dándose la mano de forma constante a lo largo de los siglos, para crear uno de los lugares más originales de nuestra geografía. Pero estas imágenes del Tinto consiguen en nosotros un efecto análogo al de los mejores cuadros de Rothko: con ellas su autor nos muestra su personal y acertada visión de la naturaleza, Una visión expresionista que invita, al igual que aquellas pinturas, a la contemplación introspectiva y silenciosa de esos campos de color naturales que estallan ante nuestros ojos. No es poca cosa: el alma del paisaje.
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Leed más cosas sobre la amplísima trayectoria de este excepcional fotógrafo de la naturaleza en esta página y en esta revista de medio ambiente.

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