Planta y alzado del hipogeo de Nefertari. Hacia 1255 a.C. Valle de las Reinas, Egipto.
Abajo: Izquierda: La reina Nefertari, jugando al senet. Derecha: Amón entre Neftys e Isis.
El techo de la tumba, como suele ocurrir en otras muchas, nos muestra una representación del firmamento, cuajado de estrellas. Por su parte, las paredes se reservan para la decoración figurada, que se encuentra basada en diversos capítulos del Libro de los Muertos, con las distintas escenas acompañadas de los correspondientes textos. De este modo, podemos ver a la reina practicando algunas actividades cotidianas y cómo pasa luego, vestida con túnica blanca, al mundo de los dioses: Osiris y Anubis son los encargados de recibirla. Más adelante otras diosas, Isis entre ellas, se ocupan de la reina quien, tras realizar el viaje prescriptivo en la barca que recorre el mundo subterráneo, acaba presentándose ante los grandes dioses Ra, Amón y (de nuevo) Osiris, que la acogen definitivamente.
Quien quiera que fuera el pintor que decoró estas estancias funerarias puso en ello un empeño especial. Se ocupó de aplicar colores cálidos y de resaltar la belleza de la difunta, cuyos rasgos parecen presentarnos todavía a una mujer llena de vida. Además, el relleno de estuco de las paredes permitió crear verdaderos bajorrelieves sobre los que trabajó el artista. Probablemente se tratase de un solo pintor, tal es la unidad de estilo que nos presenta todo el conjunto.
En la última sala, un texto cierra el ciclo: "Nefertari Mery-en- Mut, justificada ante el Gran Dios, señor de Occidente". La reina se disponía a instalarse en la vida eterna. El faraón se había encargado de ello. Tal vez, no sólo por cumplir los ritos oficiales. Quizás, también por amor.
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