TRAS LA MÁSCARA

James Ensor: "Autorretrato con máscaras". (1889). Bruselas.
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Superior. James Ensor: "La aniquilación del ángel rebelde" (1889). Amberes.

James Ensor: "La muerte y las máscaras" (1897).
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Un caso paralelo y muy semejante al de Munch lo constituye el belga James Ensor (1860-1949), quien salvo los tres años que pasó estudiando Bellas Artes en Bruselas, residió la mayor parte de su dilatada vida en la ciudad de Ostende, a la que convirtió, en sus inicios en la pintura, en motivo frecuente de sus cuadros. En ellos nos presenta paisajes de colores vivos y pinceladas enérgicas o bien escenas de corte realista. Sin embargo, y aún en los últimos años de su juventud, el pintor imprime a su obra un giro radical. Quizás para entenderlo deberíamos tener presente una circunstancia familiar: su madre poseía en Ostende una pequeña tienda, una especie de diminuto bazar en el que el cliente podía adquirir artículos diversos y, entre ellos las caretas y máscaras habitualmente empleadas durante las celebraciones del carnaval de su ciudad..
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Ese hecho, junto a la propia evolución de la personalidad del pintor o la muerte de su padre cuando aquél contaba 28 años, podría explicar que a finales de la década de los 80 del siglo XIX Ensor manifieste una clara tendencia a introducir en sus cuadros motivos de carácter alegórico, grotesco (entre ellos, y frecuentemente, las máscaras que le eran tan familiares) o simplemente macabro (como los esqueletos que pueblan algunas de sus composiciones), acentuando además una clara tendencia hacia lo que, sin duda alguna, podemos calificar de expresionismo, para lo que acude a deformaciones de rasgos faciales y al uso de colores vibrantes que aplica a la tela con pinceladas sueltas y certeras.
Y no sólo eso. Durante algunos años Ensor mostró interés por temas de carácter religioso, lo que podría resultar llamativo teniendo presente su ideología próxima al anarquismo y su ateísmo convencido. Pero en esto también le resultan especialmente atractivos los aspectos (podría decirse) más dolorosos del tema, como los relacionados con la pasión y muerte de Jesús.
Por lo demás, y no contento con pintarlos, también cultivó con frecuencia el grabado, que se adecuaba perfectamente a sus necesidades expresivas. De este modo, cuando el siglo XX va a comenzar Ensor ya ha definido con absoluta claridad un estilo completamente personal, que podría calificarse (pese a que con ello se adelante a lo que los esquemas habituales suelen señalar) como claramente expresionista. Y es precisamente su obra de esos primeros años la que ahora más llama nuestra atención, porque en ellos encontramos todos los caracteres de dicha corriente pictórica, aunque en este caso desde un punto de vista muy particular. Podríamos afirmar que Ensor cultivó un expresionismo tras la máscara.

James Ensor: "El Varón de Dolores" (1892).
Cuando escribo este texto se está desarrollando en el MOMA de Nueva York una antológica sobre Ensor, con una Web muy interesante. En esta página en español tenéis una breve biografía y algunas de sus obras, muchas e las cuales se recogen en esta otra página, aunque sin comentario alguno. Un catálogo más completo (265 obras) se recoge en este directorio de arte flamenco. Acabamos con esta presentación que da un repaso cronológico a su obra.
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