Minggu, 15 Juni 2008

EL ENTIERRO DE CRISTO

| Minggu, 15 Juni 2008 | 0 komentar

LA OBRA MAESTRA DE PEDRO ROLDÁN

Va tan de prisa el temario de Arte en el Bachillerato que apenas tiene uno tiempo de detenerse en algo que se salga de lo establecido por quienes determinan el currículo. Enseñamos a base de pinceladas sueltas, además no siempre elegidas con acierto. Pero ahora, liberado de la carga docente, es el momento de detenerse en aquéllas obras que por un motivo u otro no salen en los temarios oficiales. En este caso, hago mi breve parada en un grupo escultórico del barroco sevillano que desde muy pequeño llamó siempre mi atención.

Nos encontramos ante el retablo mayor de la iglesia de una conocida institución sevillana: la Hermandad de la Santa Caridad, dedicada en sus orígenes a dar sepultura a los muertos que nos disponían de familiares que de ello se ocupasen. Pero en el siglo XVII un nuevo hermano mayor, Miguel de Mañara, consideró que la hermandad debería extender su labor asistencial a las restantes obras cristianas de caridad y por este motivo, en la iglesia que a la sazón se estaba construyendo, estableció todo un programa iconográfico que reflejase tan piadosas tareas. En cualquier caso, el retablo mayor quedó reservado a aquella práctica enraízada en el origen de la Hermandad.

Así que ahí lo tenemos. ¡Qué mejor ejemplo para mostrar la necesidad de enterrar a los muertos que presentarnos el propio sepelio de Cristo! En un portentoso retablo de madera policromada cuya arquitectura levantó Bernardo Simón de Pineda se aloja el grupo del entierro de Cristo, tallado por el escultor sevillano Pedro Roldán (1624-1699) a partir de 1670 y policromado por el pintor Valdés Leal en 1673. En primer plano observamos al grupo que da nombre a la obra: acompañan el cadáver de Cristo su propia madre, a su vez consolada por las tres Marías, San Juan evangelista y los santos varones, Nicodemo y José de Arimatea, mientras un ángel sostiene la lápida del sarcófago donde va a ser depositado el cuerpo de Jesús.

El artista consigue dar aquí una verdadera idea de grupo escultórico: cada uno de los gestos y actitudes de los personajes, sus propias ubicaciones, contribuyen a la idea de mostrar al espectador cómo, en la práctica, se está sepultando a un muerto; puro realismo barroco. Mientras las mujeres asisten a la escena y el dolor contenido las embarga, los hombres parecen concentrarse en el propio traslado del cuerpo al ataud, aunque el que queda a nuestra derecha literalmente se desploma sobre los pies del cadáver que sostiene. No cabe la menor duda de que la solemnidad preside el momento, pero el gesto profundamente humano de cada personaje está bien patente.

Además, Roldán se preocupó de enmarcar adecuadamente la escena. Para darle más profundidad colocó tras este grupo un bajorrelieve en el que se representa el monte Calvario. Aún yacen en sus cruces los cuerpos de los dos ladrones, mientras la de Jesús está ya, obviamente, vacía y una de las escaleras que se ha empleado para descender al cadáver está siendo retirada.

De este modo, combinando el bulto redondo con el bajorrelieve, el primer plano con el plano del fondo, el sentido horizontal del grupo con el vertical del Calvario, el realismo con el dramatismo, Pedro Roldán nos dio una soberbia lección no sólo de maestría artística, sino de cómo entendía la religión católica esta obra de caridad, presente ya en el entierro del mismo creador de la Iglesia. Enterrar a los muertos. Dolorosa necesidad.
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Leed más datos sobre la vida de Pedro Roldán y ved muchas de sus obras en este enlace a la exposición virtual conmemorativa del III Centenario de su muerte. Además, aquí tenéis numerosas fotografías de sus esculturas. Finalmente, si deseáis conocer más informaciones sobre la Santa Caridad, visitad su página web.

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