PARA PONERSE A PENSAR

Tiziano: "Retrato de Paulo III y sus sobrinos Alejandro Y Octavio Farnese" (1546). Nápoles.
Ni las telúricas pinturas de las cavernas paleolíticas, ni la sublime belleza de las iglesias románicas o de las catedrales góticas. Tampoco los sugerentes cuadros de Rothko que hemos visto estos últimos días. Nada del `ángel sonriente´ de Reims o de los colores de los impresionistas. Ni siquiera las obras de Miguel Ángel o de Velázquez. Ni acordarse de los monumentos de Sevilla que hemos recorrido juntos. No debieron servir mis explicaciones in situ de `la ronda de noche´ de Rembrandt. Tal vez no debí de transmitirle la pasión por el arte mientras contemplábamos en directo ´el callejón´ o la bellísima `joven de la perla´ de Vermeer. De nada parece haber servido disfrutar de las obras de Van Gogh en su museo de Amsterdam. ¡Sólo dos obras han llamado la atención de ese alumno!

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Frank Lloyd Wright: "La casa de la cascada" (1937). Bear run, Pensilvania, EE.UU.
Obviamente, agradezco la sinceridad de mi alumno y no le considero, además, responsable de la situación. Para contextualizarla deberíamos tener presente qué es lo que está pasando en la sociedad española y, más concretamente, en nuestro sistema educativo. Los teóricos y pedagogos de la "enseñanza-basura" afirman que el alumno aprende mejor si participa en la construcción de sus propios conocimientos, guiado por el profesor, reduciendo al mínimo los elementos puramente transmisivos. Pero la sensibilidad hacia el Arte ha de ser no sólo transmitida, sino ejercitada de manera cotidiana. Ver, analizar, opinar, criticar... todo eso y más cosas hemos hecho este año. En cualquier caso, es necesario estudiar. Porque sin estudiar (sin esfuerzo intelectual) no se aprende Arte (ni nada) y si no se aprende es imposible emocionarse.

Tiene razón mi alumno: las obras de arte han de transmitir emoción. Pero dos obras emocionantes en todo un año (114 horas de clase) parecen bien poca cosa. A no ser que los jóvenes estén ya por no emocionarse más que con aquello que no les supone esfuerzo alguno.
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René Magritte: "El maestro de escuela" (1954). Ginebra.
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Desde luego que Tiziano y Wright han emocionado a mucha gente y así seguirá siendo, pero como ellos hay muchos otros artistas. Mi alumno se los ha debido de perder. Algo está fallando. En algo estamos fallando, Encima del maestro de Magritte hay una tenue luna, un breve haz de luz. No perdamos la esperanza. Intentemos seguir emocionando.
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