ILUMINANDO EL APOCALIPSIS
A comienzos del último cuarto del siglo VIII existía en la comarca de la Liébana (Cantabria), enclavada en los Picos de Europa, un monasterio (más tarde llamado de Santo Toribio) acogido a la regla benedictina, basada en el principio de ora et labora. Dándole aplicación, uno de los monjes allí residentes, de nombre Beato, abordó una tarea que, desde el punto de vista de la liturgia cristiana, poseía una gran importancia: la de efectuar unos amplios comentarios al Apocalipsis, el último de los libros del Nuevo Testamento; una obra que incluso para los propios monjes suponía un considerable esfuerzo de entendimiento e interpretación, dada su abundancia en pasajes oscuros o de tipo metafórico.
Izquierda. Magius: "Beato Morgan" (hacia 945): el ángel entrega el libro a San Juan y la iglesia de Esmirna.

Magius: "Beato Morgan" (hacia 945). Izquierda: Pantocrator entre nubes. Derecha: adoración del cordero.

Desde el punto de vista estilístico, y dada el amplio espacio temporal en el que se realizaron estas obras, son diversas las tendencias que podemos observar en sus ilustraciones. Incluso en algunas de ellas puede comprobarse como los mismos miniaturistas efectuaron sus viñetas aplicando modelos estéticos diferentes, resultados de influencias diversas. Así, en los más antiguos, del siglo X, hallamos numerosos ejemplos de lo que se denomina "miniatura mozárabe", que nos presenta figuras silueteadas y muy planas, de escasa expresividad y situadas sobre fondos de colores también planos. Sin embargo, a fines del mismo siglo se aprecian influencias procedentes del arte carolingio, constatables en el intento de poner mayor énfasis en el naturalismo de las figuras y las escenas que componen. Finalmente, y ya entrado el siglo XI, las ilustraciones muestran ya elementos propios de la plástica de la pintura románica: las formas de las figuras están más trabajadas, su movimiento se incrementa y hay algo más de naturalismo en las composiciones. En todo caso, estas diferencias lo son respecto al estilo de las miniaturas, y no en cuanto a su iconografía, que se mantuvo inalterable durante la extensa etapa en que los Beatos fueron copiados. En este hecho se basa la hipótesis de que todas estas obras deben basarse en otra anterior, hoy perdida, quizás de finales de la época visigótica, en la que el Apocalipsis se hubiese copiado ya acompañado de ilustraciones.

Lamentablemente, para poder contemplar uno de los más antiguos de estos códices tendríamos que desplazarnos a la ciudad de Nueva York. Allí, en la Biblioteca Morgan se conserva el Beato de San Miguel, que debió efectuarse hacia el año 945. En este caso, conocemos el nombre del autor de las miniaturas, el monje Magius o Maio, que dejó anotado en el colofón del códice su nombre, indicando también que realizó su trabajo por encargo del abad Víctor, del monasterio dedicado a San Miguel (aunque se supone que pudo trabajar no en ese cenobio, sino en el de San Salvador de Tábara, en León). Su obra muestra las diversas influencias recibidas: la tradición visigoda y mozárabe, el arte islámico o las aportaciones carolingias. Si vemos las miniaturas de Magius, con las que he ilustrado este texto, podremos apreciar inmediatamente como este artista de hace más de mil años desconocía las reglas de la perspectiva, de modo que sus figuras carecen, obviamente de tercera dimensión. Pero no creo que al él estos problemas le importasen en absoluto. A fin de cuentas, lo que trataba de ilustrar no era de este mundo. Probablemente, él creía que a este mundo le quedaba ya poco tiempo. El fin del mundo.
Magius: "Beato Morgan" (hacia 945). Izquierda: Adoración del cordero por las multitudes. Derecha: Cristo con los resucitados.

0 komentar:
Posting Komentar