LA ESCULTURA MESTIZA

Anish Kapoor. Izquierda: "1000 nombres" (1980). Derecha: "Como para celebrar lo que he descubierto". (1981).
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Desde comienzos de los años 80 del siglo pasado las obras de Kapoor han ido adquiriendo progresivamente más notoriedad, en un abanico de producciones que se encuentra a caballo entre lo conceptual y lo minimalista, pero siempre desde un punto de vista que refleja con claridad los rasgos de su formación multicultural. De este modo, sus primeras obras nos muestran formas geométricas realizadas a base de pigmentos de colores que evocan la sensualidad de los lugares donde el escultor residió en sus primeros años. De hecho, el propio artista afirma que para él el color no es únicamente un medio, sino una sustancia en sí misma, algo que tiene, per se, un valor físico.
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Aunque siempre ha mantenido su interés por la simplicidad de las formas, en un momento que podemos situar aproximadamente a comienzos de la década de los 90 Kapoor, sin olvidar del todo sus intereses anteriores, inicia una nueva etapa caracterizada por dos cuestiones: de una parte, se siente atraido por la experimentación con nuevos materiales (maderas, diversos metales, resinas...); de otra, muestra una tendencia a aumentar las dimensiones de sus esculturas que, en ocasiones, alcanzan tamaños verdaderamente gigantescos. Resulta así que, con frecuencia, el espectador situado ante una de estas obras tiene ante sí un objeto de gran tamaño y de enorme simplicidad, habitualmente de formas curvadas y de un único color brillante que parece invitarle, desde su misma sencillez, a la indagación sobre cuestiones ancestrales, primarias: las dualidades entre lo celeste y lo terrestre, entre la luz y la sombra o entre la materia y el espíritu.
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Podemos concluir afirmando que en el panorama de la escultura actual la producción de este artista de ninguna parte y de todos los sitios al mismo tiempo, de ninguna cultura y de todas a la vez, brilla con luz propia porque consigue crear una poética de la materia, construida desde la creencia de que lo explícito no ha de ser el objetivo perseguido por el escultor y según la cual corrresponde al propio espectador encontrar un significado a la que se presenta ante sus ojos. Tomemos un único ejemplo: la gigantesca escultura que figura a la izquierda de este texto, instalada en Chicago. Pesa más de 110 toneladas y alcanza aproximadamente 22 metros de largo, 13 de ancho y 10 de altura. Con ese tamaño, ese aspecto mercurial y esa forma de nube, sí que resulta posible "estar dentro del exterior de un agujero". La contradicción es la base de la vida.
Anish Kapoor tiene una excelente Web en la que puede seguirse su trayectoria y visualizar numerosas obras. Más información, en esta página en inglés y en esta selección de artículos del diario El País.
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